"ALFONSINA STORNI"
Alfonsina se fue a Coronda para estudiar en el Magisterio y comenzó a trabajar de vigilante en la escuela costear sus gastos. Al darse cuenta que lo que gana no le alcanza comienza a cantar como corista en un teatrillo en Rosario.
Fue maestra en la Escuela Normal de Lenguas Vivas y en el Teatro Infantil Lavardén y como directora del internado de Marcos Paz.
Participó en revistas famosas como Mundo Rosarino, Monos y Monadas, Caras y Caretas, Nosotros, La Nota y también en el periódico La Nación. Obtuvo varios premios literarios y compartió sus ideas literarias con grandes escritores.
Las letras de Storni concurrieron entre dos etapas. La primera con aires modernitas donde relucen La quietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Languidez(1920), y Ocre(1920).
La segunda etapa basada en un visión irónica, oscura y angustiosa, donde escribe Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Incursionó en el Teatro de Cervantes con “El amo y el mundo” y “Dos farsas pirotécnicas”.
Alfonsina sufría de nervios, ataques de pánico y ansiedad. Fue diagnosticada con cáncer de mama en mayo de 1935, lo que empeoró su situación mental.
Es sometida a tratamientos dolorosos y se convierte en una persona retraída y con mucho temor por la muerte.
Storni consideraba el suicidio como una elección propia y en varias ocasiones sus pensamientos de muerte la llevaron a escribir poemas y hasta una canción llamada“Alfonsina y el mar”, la cual fue un presagio de su muerte.
El 25 de octubre de 1938, encontraron su cuerpo sin vida en la playa La perla, en el Mar del Plata.Finalmente se dejó abrazar por el agua de ese mar profundo y ancho que tanto le fascinaba.
Sus restos se encuentran en el Cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires.
Poema de Alfonsina Storni
Noche divina
Este jardín nos cede su delicia,
nos cede el árbol de manzanas lleno.
fuente de dioses a la sed propicia,
pan del instinto, para el hambre, bueno.
Mas blanco mármol sin igual pudicia
fija en nosotros su mirar sereno:
muslo desnudo, vigoroso el seno,
puro, como la luz que lo acaricia.
Se hacen tus ojos demasiado azules,
cubren tus manos impalpables tules
y algo divino te levanta en vuelo.
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