Yasuhiro Natsuyama ha bajado 10 kilos en las últimas 12 semanas. La campaña para prevenir y reducir la obesidad aprobada hace dos meses en Japón ha reforzado su convicción de la necesidad de atajar este problema, más por razones de salud que estéticas.
Natsuyama, conocido dentista de Tokio, de 47 años, ha logrado reducir drásticamente su obesidad acudiendo a un elitista gimnasio-centro de nutrición en las no menos elitistas torres de Roppongi Hills, en el centro de la capital. La clave del éxito han sido los ejercicios y una dieta fundamentalmente proteínica, aunque sigue yendo al centro "para mantener lo conseguido".
Gracias a que su cintura mide ahora 83 centímetros, Natsuyama ya no forma parte de los 20 millones de obesos que, según cifras oficiales, hay entre los 127 millones de habitantes del país inventor de la Wii fit, el videojuego que permite hacer deporte sin salir de la habitación.
En la ley se insta a los gobiernos locales y a las empresas a que exijan a sus trabajadores de 40 a 74 años (56 millones de personas) incluir la medición del perímetro abdominal en sus revisiones médicas anuales. En los próximos cuatro años se intentará reducir el talle del 10% de la población; la segunda etapa afectará al 25% en los siguientes siete años.
Si las empresas no meten en cintura a sus empleados serán penalizadas en un plazo de cinco años. Tendrán que hacerse cargo de una mayor proporción de los algo más de 61.000 millones de euros que sufraga anualmente el sector privado a un seguro nacional estatal para personas mayores de 75 años.
Para evitarlo, las grandes compañías, como Mitsui Chemicals y Matsushita, a la que pertenece Panasonic -productora de aparatos de imagen y sonido-, gratifican con regalos o viajes a los empleados que se estrechan el cinturón. La también nipona Sunstar Inc, fabricante de productos de higiene oral, envía a los que no dan la talla a un curso de inmersión de dieta y ejercicio de tres días. Todo para ayudarles a que den el primer paso hacia un peso más equilibrado.